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martes, 24 de noviembre de 2009

“Se acuerdan de los pibes recién cuando cometen un delito”


A Ricardo De Udaeta le dicen El Polaco. Estuvo en situación de calle y sabe lo que es pasar por comisarías e institutos de menores. Vivió en el Hogar que el Padre Carlos Cajade fundó en La Plata hace 25 años. “Gracias al amor, el cariño y la ternura que encontré en el Hogar, hoy tengo trabajo, familia y no estoy metiendo un fierro por ahí”, cuenta. El Polaco integra la Asamblea por los Derechos de la Niñez que se ocupa de los pibes y pibas en situación de calle de La Plata. Fue uno de los impulsores de esa entidad que reúne a organizaciones sociales, de estudiantes, políticas y de derechos humanos.

La Asamblea comenzó a gestarse cuando un grupo de autoconvocados, entre los que se encontraba el Polaco, sostuvo a diario una olla popular para los chicos y chicas que dormían en la Plaza San Martín. Los medios de comunicación empezaron a hablar de esos chicos como “la banda de la Frazada”, porque acostumbraban a robar celulares tirando una frazada sobre las personas que cruzaban la plaza. Fueron demonizados y rotulados como “menores delincuentes” o “pequeños ladrones.” Una noche, a fines de julio del año pasado, un grupo de personas, algunos de ellos identificados como policías de civil, los golpearon con cadenas, fierros y mostrando armas de fuego.

En esta charla con Prensa de Frente, El Polaco cuenta cómo es la historia de esos chicos. Una vida parecida a la suya y la de tantos otros que aparecen en los diarios, radios y canales de televisión como los enemigos de la sociedad.

“Había chicos y chicas, no solamente había pibes. – dice el Polaco- Oscilaban entre los 7, 8 años hasta los 18 ó 19 años. También hubo algunos mayores.

- Llegaron a ser como 20

- Y un poquito más también. Siempre fueron cerca de 20, pero hubo hasta 30. Se los llevaba la cana, iban y volvían, pero siempre había un grupito que se juntaba siempre ahí, dormían todos juntos, ranchaban juntos como dicen ellos, para protegerse de todas las cuestiones a las que están expuestos en situación de calle. Muchos medios de La Plata, principalmente el diario El Día, los rotularon como “La Banda de la Frazada”. Estaban estigmatizados y señalados de una manera tan perversa que salimos a protegerlos de la manera que podíamos, con los recursos que teníamos: una olla popular para darles de comer y visibilizar que detrás de esa Banda de la Frazada había un montón de problemas familiares, de violencia, de alcohol, de exclusión....

- ¿Con qué te encontraste el primer día que hicieron la olla?


-Bueno, me encontré con R,L,J; muchísimos de los pibes que estaban en situación de calle y pibas como M, A... Muchos. Empezamos a cocinar en un clima que no nos conocíamos. Hasta los compañeros mismos teníamos esa idea de que eran peligrosos, pero cuando empezamos a conocerlos nos dimos cuenta que estaban en peligro, que no eran nada peligrosos. Que su mecanismo de autodefensa era esto de “¡Parate!” o de “eh, gato” y todo ese vocabulario que manejan como para parar la pelota.

- ¿Tienen que crear una imagen que de miedo?


- Eso mismo. Lo usan como una estrategia de supervivencia. Hasta que no agarran un vínculo de confianza fuerte, no se entregan, no se muestran tal cual son.

- ¿Había chicos que hasta ustedes mismos pensaron “a éste no lo rescatamos más”?

- Hay como siete y ocho que están más o menos encaminados a esta altura. Pasó mucho tiempo de ese proceso. Uno de esos es R, un pibe que yo seguí muy personalmente. Lo iba a buscar a los cajeros donde dormía... Le hicimos un seguimiento muy personal porque nos dimos cuenta que abordar en grupo a los pibes que son de calle era muy conflictivo. Ellos tienen que responder a sus códigos de grupo y les costaba mucho bajar la guardia. Entonces empezamos a buscar estrategias para laburar de a uno o de a dos. R era un tipo que de alguna manera se afanaba lo que había. Pero bueno, fue empezando a confiar, a mostrarnos la casa, a presentarnos a la mamá, la hermana. Empezamos a encontrar un contexto social recontra deteriorado que venía heredado de mucho tiempo. Papá desocupado, mamá desocupada y un montón de rollos.

- ¿Y más o menos así eran todos los chicos?


- Ese fue el primero que aflojó, el que nos mostró el camino. Nosotros nos encontramos con la historia de R, pero la mayoría de los pibes y pibas en situación de calle tienen una historia similar. Algunos más y otros menos, pero todos tienen una relación con la pobreza, la desigualdad, la exclusión, el abandono, la violencia familiar, padres que se quedan desocupados y se emborrachan... Descargan toda esa violencia que le ejercieron en sus casas.

- ¿Cómo vivían, qué comían, dónde dormían?


- Cuando nosotros los conocimos tenían un grado de adicción muy fuerte, muy fuerte. La única comida que tenían, por lo que yo pude entender, era la que ofrecíamos con la olla popular. Al mediodía iban al comedor de 2 y 60 donde recurren todas las personas en situación de calle. Después pasaban la mañana, la tarde y mucho de la noche jalando poxirrán, fumando paco, marihuana... Pasando el tiempo lo más rápido que pueden. Por eso hicimos una campaña para escarchar a las ferreterías que le vendían el pegamento. Los mismos comerciantes que pedían seguridad en los diarios, eran los mismos que le compraban los celulares que afanaban, los que le vendían el pegamento. Algunos limpiaban vidrios, sobrevivían afanando, rescataban algo y con eso compraban lo que podían.

- ¿Cuánto mal le hicieron los medios de comunicación a estos chicos?


- La estigmatización, la persecución mediática que han hecho... Porque los medios son como el gobernador, se acuerdan de los pibes solo cuando cometen un delito o cuando están en conflicto con la ley penal. En ese marco se acuerdan de los pibes y solo se habla de niñez en los medios de comunicación cuando tienen relación con la seguridad o la inseguridad. No se habla de niñez desde antes. Nosotros, cuando nos acercamos, no lo hacemos por un conflicto con la ley penal, nos acercamos en un conflicto de desamparo, de abandono total de todas las autoridades provinciales y municipales. Ni siquiera hemos podido lograr que en la ciudad de La Plata haya un parador nocturno. Entonces, la preocupación de los diarios, de los medios no fue “no hay un lugar para contener a los chicos en situación de calle”, sino que la preocupación es “¿cómo sacamos a estos pibes que están en el medio de la Plaza San Martín, en el medio de todo el poder político, en el medio de la clase media para que no molesten?” La preocupación es cómo sacar esto del panorama turístico de la ciudad

- ¿Eso hizo posible que ocurriera el ataque parapolicial con fierros y cadenas y que nadie lo condenara?

- Me parece que el discurso mediático preparó el terreno. Muchos días antes de que pasara lo que pasara se los empezó a estigmatizar, a poner en la opinión pública como sujetos peligrosos. Eso preparó el terreno para la clase media, la gente que lee esos diarios, para que avale esa represión. Está bien porque son peligrosos, según los diarios.

- ¿Dónde están esos chicos ahora?


- Las chicas, principalmente, están en sus casas. No en las condiciones que deberían, pero medianamente hemos podido desde Autoconvocados, con un laburo muy fuerte y personal que hemos hecho con las familias, yendo a las casas, viendo a las familias, viendo llorar a sus madres, sus hijas; hemos podido restablecer el vínculo que se había perdido. Muchas de las pibas puede estar en sus casas... La mayoría de los pibes está en situación de calle. Nosotros, conociendo a estos pibes terminamos conociendo muchos otros más y calculamos que en la ciudad de La Plata más de 380 pibes viven en situación de calle... pibes y pibas. Algunos son de Ensenada o Berisso que van y vienen, pero están en situación de calle entre las 8 de la mañana y las 8 de la noche. Algunos están en centros de rehabilitación. Si bien la nueva ley que derogó en la Provincia la ley de Patronato no permite que se interne a menores por situación de pobreza, existen figuras jurídicas como “medidas de abrigo” que permiten la retención de un niño en un lugar porque es adicto. Para protegerlo se lo protege en una institución que depende de la Subsecretaría de la Niñez que no cuenta con personal idóneo como lo estipula la nueva ley. Es decir, la mayoría está en la calle y los que no están en la calle no están en las condiciones que deberían estar. Las alternativas que tienen es estar en la calle sufriendo o agarrar un fierro.

- ¿Qué te genera ver en la televisión que se hable con ese odio hacia los pibes?

- A mí particularmente me genera mucha bronca porque yo estuve en el lado de pibe más allá del lado en que estoy hoy. Me da bronca porque uno discute sobre lo que pone en agenda los medios y los medios ponen en agenda cuestiones de niñez en conflicto con la ley penal, no ponen cuestiones de niñez en conflicto de vulnerabilidad. En ese escenario que nos quieren hacer discutir, me parece bastante perverso no hablar seria y profundamente de cuáles son las causas que los llevaron a esa situación. El gobernador propone bajar la edad de imputabilidad ante casos como el de Fernando Cáceres y el de Capristo, pero si pusiese el mismo énfasis que pone en bajar la edad de imputabilidad en buscar a Luciano Arruga, en desarticular los desarmaderos y en un montón de cuestiones que llevan a que el pibe...

- Vos estuviste en el Hogar del Padre Cajade, ¿te ponés en el lugar de esos chicos?

- Cuando nos acercamos a los chicos yo me sentía como un igual. Nosotros no fuimos a hacer caridad a la Plaza cuando fuimos con la olla. No fuimos a darles de comer porque son unos niños pobrecitos. Fuimos con una posición política clara. Estos pibes están en peligro y hay que hacer algo para sacarlos de esa situación de peligro. Fuimos a problematizar una situación que era muy grave, muy grave. Yo he estado en ese lugar, en situación de calle, he estado en institutos de menores, he estado en el Hogar de Cajade que me ha permitido tener un panorama más amplio de la cuestión. Muchas de las historias que me contaban se parecían a la mía.

- ¿Ustedes son apuntados por gran parte de la sociedad como la gente que protege a los delincuentes?

- Creo que sí. Estamos muy etiquetados. Hasta los pibes mismos nos dicen “che, ustedes son los de derechos humanos.” Nosotros creemos que este es el camino porque de hecho hay muchos referentes que nos lo han mostrado y es comprobable que se puede de alguna manera cambiar las cosas. La misma Obra de Cajade, que arrancó como pudo y de alguna manera yo estoy acá planteando esto, tengo trabajo, tengo mi familia y tratando de reproducir lo que aprendí. No estoy metiendo un fierro en ningún lado. Mucha de la gente que pasó por ahí ha adquirido una herramienta. Independientemente de la contención económica, porque los institutos también te dan de comer, te dan una frazada y también tienen luz y gas. No pasa por ahí. Me parece que ninguno de los programas que existen en la provincia de Buenos Aires contempla la palabra amor, solidaridad, compromiso, cariño. En el Hogar sí se contemplaba eso. Tiene que ver con lo metodológico al momento de trabajar con pibes.

- ¿Cuánto tenés que pelear para que los pibes entren en confianza y “bajen la guardia”, como dijiste vos?

- Lo que pasa es que hay todo un imaginario construido que viene desde los medios de comunicación y esperemos que esta nueva ley de medios nos permita tener espacios donde poder disputar esta visión que se tiene de los niños y niñas en situación de calle. Hay que ir a ver a los pibes, no hay que ver los medios. Es como que yo quiera verte a vos a través de un lugar. No, para saber lo que decís te tengo que ver a vos, no te tengo que ver a través de un lugar. Hay que ir a la realidad. Las organizaciones sociales de casi toda la república Argentina, el Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo, por ejemplo, día a día está con la realidad y día a día recibe y mama la información fresca y trata de reproducirla. Lo que pasa es que no se le da voz a esas cuestiones. Hay toda una construcción mediática, una construcción de algunos pocos que les molesta la presencia de los chicos en situación de calle y la manera de resolverlo que tienen es encerrándolos.

- ¿Te sorprendió la actitud de algún pibe?


- Tengo un montón de anécdotas. Una vez, creo que era el segundo o tercer día de la olla; uno de los chicos, J, se había puesto bravo, jodía con un cuchillo, que “¡Pum!”, que “¡Bigote!” y en un momento me acordé de una cosa que decía Cajade, que con cariño y qué se yo y le digo “dejate de joder” y le pego un abrazo fuerte. Y se me puso duro, soltó el cuchillo, se rió y se relajó. Pasó el momento de tensión. Le pegué un abrazo fuerte y el chabón se ablandó. Ahí está la comprobación que con ternura a veces podes vencer algunas cuestiones cotidianas de la vida. Cuando tenés ese contacto de cuerpo a cuerpo, de humano con humano donde poder disputar... Porque también ese escenario que se genera para la opinión pública lo incorporan ellos también. Ellos también tienen la imagen de que son peligrosos. Cuando yo le voy a llevar a “CH” un desayuno a la cueva que tienen en Plaza Italia, que tiene un olor a gas pimienta terrible porque la policía le tira gas pimienta, todos los colchones mojados porque la Policía los vuelve loco y viene el “CH” rudo, con cara de un tipo pesado, pero te sentás a hablar un rato, 20 minutos y se te quiebra, se te cae. Está pidiendo ayuda a gritos y nadie le da ni cinco de bola. Hoy te golpea la puerta. Ahora, mañana te la petéa, jodete flaco. Hoy te la está golpeando y nadie le da bola. Nosotros estamos cansados de decir que los pibes están en la calle, que necesitan esto, lo otro. Entonces, si dentro de cuatro años te la tiran abajo la puerta, jodete. Los pibes te están golpeando la puerta y no se la querés abrir. Hoy mendigan, mañana te afanan.

- Recién dijiste algo muy importante. Los pibes mismos compran la imagen que dan los medios de ellos.

- De hecho ha pasado que muchos pibes de barrio decían “eh, yo me voy con los pibes de La Banda de la Frazada”... Como si fueran una elite super piola. Hay códigos de ser el más piola, el más chorro. Cuesta mucho quebrar con eso. Ellos buscan llamar la atención. O te la llaman mostrando su pobre carita piadosa o a través de la violencia, pero están haciendo un llamado de atención. Hay que ver cómo reaccionamos a ese llamado de atención. O le buscamos la vuelta que tiene que tener o metemos a todos en cana.

Gentileza de "Prensa de Frente".

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